Cynthia Rodríguez
ROMA, 12 de marzo (apro).- Los casos de pedofilia cometidos por sacerdotes católicos de todo el mundo contra menores de edad han provocado en la última semana una especie de paranoia en el Vaticano, donde más que lanzar un ataque unánime en contra y aclarar las medidas que tomarán contra sus víctimas, los jerarcas católicos se muestren a la defensiva: Responden con evasivas y buscan otros argumentos en aras de explicar el por qué de estos delitos.
Por ejemplo, el pasado jueves 11 de marzo, Christoh Schoenborn, Arzobispo de Viena, de donde también han brotado casos de abusos en las últimas semanas (tres padres del monasterio e Kremsmuenster fueron suspendidos de sus funciones por presuntos abusos sexuales en la década de los 80), opinó que la causa de éstos podría tener que ver con el celibato de los padres católicos.
Schoenborn sugirió, en la publicación de su diócesis, que “el celibato eclesiástico explica en parte los actos de pedofilia cometidos por religiosos católicos, surgidos en cascada en Alemania y Austria”.
Un día después de estas declaraciones, Marco Ansaldo, experto en temas del Vaticano del diario italiano Repubblica, publicó que “desde hace ya algún tiempo, el Vaticano ha comenzado a reflexionar seriamente sobre este dogma, que en un futuro muy lejano, de aquí a 50 años, podría ser abolido”.
“Según de cuanto ha sabido Repubblica, la Iglesia está pensando que el día de mañana, que se medirá en decenios, de poder abolir eventualmente la regla del celibato para sus propios integrantes. El trayecto y el estudio, ultra secreto, habría estado afidato a algunos altos representantes de la Congregación para el Clero, guiada de monseñor Claudio Hummes”, publicó Ansaldo.
La reacción por parte del Vaticano no se hizo esperar y fue el mismo viernes que el Papa Benedicto XVI salió a defender el celibato sacerdotal durante un congreso teológico promovido por la Congregación para el Clero, bajo el lema: ‘Fidelidad de Cristo, fidelidad del sacerdote’, donde lo calificó como “la expresión de don de sí a Dios y a los demás”.
“En el modo de pensar, de hablar, de juzgar los hechos del mundo, de servir y amar, de relacionarse con las personas, también en el hábito, el sacerdote debe tener la fuerza profética de su pertenencia sacramental, del su ser profundo”, señaló Ratzinger en un discurso.
Del caso de los pederastas no dijo nada.
La declaración de Ratzinger surgió horas antes de que monseñor Robert Zollitsch, presidente de la Conferencia episcopal alemana, pidiera de nuevo disculpas a las víctimas de los abusos sexuales en Alemania, donde se cuentan al menos 350 casos de abusos en casi todas las diócesis de este país.
En una conferencia de prensa, luego del encuentro que mantuvo una comisión de obispos alemanes con el Papa, Zollitsch aseguró que los sacerdotes de Alemania siguen “profundamente convulsionados por la violencia hacia los menores” por lo que prometió tomar medidas al respecto.
Dijo que aunque en el 2002 la Iglesia alemana había delineado su plan contra la pedofilia era necesario revisarla para reforzar la prevención, mejorar la calidad del personal responsable de las denuncias en las diócesis, crear una oficina nacional para afrontar las denuncias de abuso sexual y sobre todo garantizar máxima colaboración con las procuradurías y los jueces civiles.
Sobre el tema de las denuncias de la iglesia a la magistratura civil, Zollitsch especificó que el episcopado alemán garantizará “la máxima colaboración” y aseguró que el Papa “ha explícitamente confirmado nuestro modo de proceder”.
“Queremos llevar luz a la verdad sin falso respeto por ninguno, aunque haya pasado mucho tiempo atrás, porque las víctimas tienen derecho. La Iglesia alemana está previendo de ayudar a las víctimas y a sus familiares con asistencia humana, psicológica y pastoral adecuada a sus exigencias”, señaló el arzobispo alemán.
Sin embargo, apenas un día antes, el jueves, Gianfranco Girotti, regente de la Penitenciaría Vaticana, dejó claro que “la Iglesia puede absolver a quien se ha manchado del pecado de pedofilia, quien se ha arrepentido sinceramente, mientras el aborto es considerado por la ley eclesiástica un pecado reservado y especial”.
En entrevista concedida al periódico romano El Mensajero, Girotti señaló que aceptando la confesión de un pedófilo arrepentido, el confesor no solo no puede imponerle la autodenuncia, sino que tampoco puede dirigirse a un magistrado para denunciarlo, si además, dijo, se trata de personas consagradas.
El regente de la Penitenciaría Vaticana afirmó que, frente a quienes sean sujetos de desórdenes morales constantes y graves, el confesor puede aconsejar el abandono de la vida eclesiástica.
Por el contrario, de frente al aborto, monseñor Girotti subraya que éste está considerado como un pecado reservado y especial.
“La Iglesia quiere tutelar al máximo la vida de la persona más débil, más frágil... ¿qué hay de más inerme que una vida que ni siquiera ha nacido?”, cuestionó Girotti.
¿También Ratzinger?
Y mientras en el Vaticano batallan con la defensa eclesiástica, surgen nuevos casos. El mismo día en que se llevó a cabo la reunión con los obispos alemanes, el diario liberal de la ciudad de Munich “Sueddeutsche Zeitung” publicó en su versión on line que un sacerdote alemán con antecedentes de abuso sexual a menores había sido asignado, por ese motivo, a trabajar en la comunidad de la iglesia local de Munich, en Baviera, durante el periodo en que el Papa Benedetto XVI era arzobispo de esta misma ciudad y de Freising.
Según la nota, en los años 80 el sacerdote, de quien no se da nombre, fue transferido de Essen (norte de Alemania) a Baviera (sur de Alemania) durante el periodo cuando el actual pontífice Benedicto XVI, en ese entonces cardenal Joseph Ratzinger, era el arzobispo, lo que lo convertía teóricamente en el máximo responsable de cada encargo de misión y transferencia de sacerdotes.
“En Baviera, el padre ya procesado, se abandonó de nuevo a la violencia pedófila y actualmente sigue en su ministerio en el Alta Baviera”, señalaba ya el viernes el portal de este periódico.
Dicho sacerdote, a quien el Sueddeutsche Zeitung no da nombres, estuvo en servicio casi ininterrumpidamente en Baviera de 1980. Antes de Essen, el padre había sido descubierto y denunciado porque habría obligado a un niño, en ese entonces de 11 años, a practicarle el sexo oral.
Luego de haber sido transferido en Baveria, este sacerdote cometió de nuevo abusos contra menores de edad.
De acuerdo con la investigación de dicho periódico, la Iglesia nunca denunció los hechos ante la justicia.
De inmediato la reacción de Federico Lombardi, portavoz de la Santa Sede, no se hizo esperar y antes de que la noticia siguiera su recorrido por el mundo, lanzó un comunicado donde asegura que quien era en ese entonces el Vicario general, Gerhard Grubber, hoy con 81 años, ha asumido toda la responsabilidad por haber elegido confiarle un servicio pastoral a un padre con antecedentes.
Asimismo, desde Bolzano (norte de Italia), también se dio a conocer la experiencia de un exalumno en un convento de esta ciudad, quien, según otro periódico alemán, el Tageszeitung, el muchacho, que en los años de los 60 tenía 15 años, fue víctima de varios favores sexuales por parte de padres que le ofrecían pequeñas cantidades de dinero a cambio.
A diferencia de otras diócesis que no han querido exponer de manera más abierta estos casos, el sitio on line de esta diócesis, puso una dirección de e-mail (molestie@bz/bx.net) para todos los casos que surjan de molestias sexuales y violencia con el fin de ayudar a las víctimas y encontrar a los responsables.
“La diócesis está profundamente amargada y condena todo tipo de abuso. La Iglesia desea aclarar en modo sincero estos hechos, porque las víctimas están en su derecho. Por este motivo la diócesis intenta crear en el sitio de internet diocesano un foro donde vengan examinados eventuales señalizaciones de abuso”, se lee en su portal.
La iniciativa provocó de inmediato la reacción del procurador de Bolzano, Guido Rispoli, quien invitó al obispo a denunciar todos los eventuales episodios de abuso a la magistratura para comenzar las investigaciones penales.
El Vaticano no termina de aclarar su posición frente al tema, pero los casos de pedofilia siguen apareciendo.
rm
Fuente: Proceso
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