sábado, marzo 06, 2010

¡Qué vergüenza! - Francisco Garduño

Tanta mierda es insoportable. Hace muchos años que la derecha conservadora en México no había causado tanta vergüenza a la conciencia nacional.
¿Dónde están ahora los acérrimos defensores de Marcial Maciel, los Legionarios de Cristo y la misma Iglesia católica?
Porque más allá de las degeneradas costumbres de este siniestro sujeto hay mucho detrás, pues es irrisorio el discurso de que nadie conocía de sus depravaciones.
Seguramente en el Vaticano, ese singular ente político-religioso, conocían perfectamente las hazañas de Maciel, pero hicieron mutis debido a la poderosa influencia de los legionarios.
Muchos dirán que ya se sabía lo de Maciel, pero ¿quién sabía de sus asquerosas prácticas con sus propios hijos?

En medio del chiquero nadie escapa de ensuciarse, pues ahora se sabe que esta terrible historia estuvo a punto de quedar enterrada en el mar de la ignominia si los dirigentes de los legionarios hubieran accedido a soltar 26 millones de dólares a los hijos de Maciel. Como quitarle un pelo a un gato, dirán muchos, dado el poderío económico de esta congregación católica, pero por alguna razón se negaron.

Sin embargo, queda la reflexión acerca de si se vale ponerle precio a la dignidad de una persona.

Pero no únicamente en el ámbito religioso debe haber motivos de vergüenza para la derecha conservadora.
Otra razón la ha dado el otrora sobrio Partido Acción Nacional, cuya militancia debe estar lanzando espumarajos de rabia ante los “logros” de su actual dirigente nacional César Nava.

Y es que al abogado panista no sólo le ha fallado el cálculo para ejecutar las órdenes de Felipe Calderón, además ha tratado de hacer uso de su “talento político” para intentar recomponer el pantanoso tema de las alianzas.

Tan mal ha llevado el asunto que se ha acorralado sólo y ahora se ha olvidado de las necesarias explicaciones a sus militantes, ya no por llevar a cabo una negociación tan espinosa y carente de sustento con el PRI, sino por haberse atrevido a firmar un documento dando fe de ella.

Porque cómo decirle a los panistas, que insisto, se lo van a cobrar, que está haciendo acuerdos tan descarados con el PRI. ¿Dónde queda la credibilidad del PAN?

Ahora, ante el peso de las evidencias, ha dado un giro a su discurso y trata de salvar la cara diciendo que el PRI no sabe cumplir los acuerdos y por eso decidió faltar, ya no a su palabra, a su firma.

En fin, es lamentable lo ocurrido esta semana para los verdaderos integrantes y defensores de la derecha conservadora nacional, a ver cuántos macieles y navas les faltan antes de las elecciones, que será donde se medirá el tamaño de sus errores.
francisco.garduno@milenio.com
Milenio

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