Ojo por ojo
Álvaro Cueva
A ver, a ver. No entendí. Hasta donde yo me había quedado, los señores del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) eran unos haraganes cuya única gracia en la vida era chupar una inmensa fortuna del presupuesto público.
Luz y Fuerza del Centro (LFC) era la cosa más ineficiente del mundo, algo totalmente prescindible.
Y esa gente era tan traicionera que, a través de las más sucias conspiraciones, se la pasaba boicoteando la distribución de electricidad en la capital del país.
Pero no sólo traicionera, chantajista. Los ex trabajadores de LFC se la pasaron haciendo marchas por donde quisieron, tomaron el Zócalo de la Ciudad de México y pusieron a varios de sus representantes en huelga de hambre para llamar la atención de la autoridad.
Por lo mismo, Felipe Calderón era un héroe, un presidente hipervaliente que se había atrevido a entrarle a uno de los peores conflictos que el gobierno venía arrastrando desde hace mucho tiempo: el sindicalismo.
Esto era un acontecimiento histórico, el principio de un gran cambio, una llamada de atención para el resto de los sindicatos y una oportunidad de oro para tomar esa fortuna que el SME mal administraba y dársela a los pobres a través de programas de salud, educación y vivienda.
Acuérdese de todo lo que se dijo en aquel momento, desde los despilfarros y las extravagancias del SME hasta que los sindicatos de Pemex y maestros tenían que poner sus barbas a remojar.
Aunque la oposición jamás estuvo de acuerdo, el SME era malo y el Presidente, bueno.
Y a las pruebas me remito: quienes fuimos usuarios de LFC estábamos hartos de sus malos tratos, de su mal servicio y de una larga lista de irregularidades.
Bueno, pues ahora resulta que el gobierno negoció con los señores del SME, que reconoció su movimiento, que les va a poner una mesa “de alto nivel” y que contratará a sus trabajadores.
O sea que todo lo que se hizo y que todo lo que se dijo ni sirvió de nada ni era de verdad, y que todo es como en las alianzas electorales: negociable siempre y cuando sirva para hacer pedazos al enemigo.
La bronca es que aquí ni a usted ni a mí nos queda claro quién es el enemigo, que estamos hablando de un servicio que a todos nos afecta y que no estamos en elecciones.
Algo raro está pasando y los mensajes que se le están mandando a la ciudadanía son de armas tomar.
¿Qué significa esta negociación? ¿Que Felipe Calderón está reconociendo que hizo mal al extinguir la compañía de Luz y Fuerza del Centro? ¿Que el Presidente de la República está aceptando que no lo hizo bien?
¿Cómo podemos confiar en un líder que un año hace una cosa y al siguiente, otra completamente diferente? ¿Qué clase de autoridad es ésa? ¿Hacia dónde nos va a llevar una cabeza así?
¿Y la gente del SME? ¿Entonces sí era eficiente? ¿Entonces su trabajo sí era de clase mundial? ¿Entonces el servicio que prestaba era el que nos merecíamos?
¿Esto quiere decir que el gobierno los va a recontratar a pesar de que sabía que estas personas eran las que estaban boicoteando la distribución de electricidad en la Ciudad de México?
¿O que las va a recontratar porque los trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad son unos ineptos que jamás pudieron hacer bien su trabajo en el centro de la nación?
¿Esto significa que sí vale la pena hacer marchas, tomar el Zócalo y ponerse en huelga de hambre?
¿Que los sindicatos siguen siendo tan fuertes como siempre y que nadie, ni el mismísimo Presidente de la República, se puede meter con ellos?
¿Y el dinero que se supone que el gobierno se iba a ahorrar y que le iba a dar a los pobres ya no se lo va a ahorrar y, por consiguiente, ya no se lo va a dar a los pobres?
¿Todo era una mentira para que aceptáramos el cierre de Luz y Fuerza del Centro?
Sí se necesitan muchas explicaciones en este caso que, aunque suene muy chilango, afecta a toda la federación.
El hecho de que el gobierno haya aceptado negociar con estas personas justo ahora que funcionaron la alianzas electorales, en este momento en que el tema son las redes de fibra óptica vinculadas a la distribución de electricidad y en este instante en que se dieron tantos cambios en el gabinete de Felipe Calderón es como para ponerse a pensar.
Por lo pronto, aquí alguien se salió con la suya. ¿Quién? ¿Por qué? ¿Para qué?
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