domingo, octubre 10, 2010

Emilio González, el asqueroso

Vuelta prohíbida

Néstor Ojeda


Uno de los mayores males de México es la degradación de la política y de la función de gobierno. Como todo, esa descomposición es producto de la forma en que la sociedad y los hombres de poder conciben el quehacer político, lo que representa y sus obligaciones ante ello.
En realidad, los principios y valores de los gobernantes son un reflejo de los de la sociedad y los grupos que la integran. La libertad es uno de ellos y es la base en que se sustenta el sistema democrático en el que aspiramos a vivir los mexicanos.
Pero a pesar de ser tan importante, pocos entienden que la libertad sólo puede existir con responsabilidad y respeto. Responsabilidad porque los hombres libres deben hacerse cargo de las consecuencias de las decisiones que toman y de los actos que realizan en ejercicio de su libertad. Y respeto porque simplemente el límite de la libertad está en el reconocimiento de la libertad de los otros integrantes de la sociedad, sean grupos, familias o individuos.
Sin embargo, la falta de respeto a la libertad y de la degradación de la función pública se han vuelto una constante en la democracia mexicana que la ponen en riesgo. Ahí está el gobernador de Jalisco, Emilio González, quien ignorante de su responsabilidad como gobernante tuvo el exceso de afirmar que las bodas gay le dan “asquito” durante la Cumbre Iberoamericana de la Familia en Guadalajara. ¿Qué el señor gobernador de Jalisco desconoce que sus declaraciones son, además de groseras, discriminatorias?
Alegará que tiene derecho a su opinión y a expresarla, pero dónde está el compromiso de cumplimiento de la ley que los funcionarios públicos deben cumplir. Porque un gobernante lo es de todos y se debe a todos: blancos, negros, morenos, amarillos, gordos, flacos, bonitos, feos, listos, tontos, pobres, ricos, heterosexuales y homosexuales; la tolerancia y la inclusión deben ser su regla.
Para Emilio González sólo existe tolerancia para los excesos, las mentiras, difamación y diatribas de su jefe, el cardenal Juan Sandoval Íñiguez, sembrador de odio e infamias bajo el amparo del poder de la ultraderecha panista en Jalisco.
¿Qué tipo de familia defienden el gobernador González y el arzobispo Sandoval ante las bodas gay? Seguramente familias sin libertad, sin responsabilidad ni respeto, cunas de hombres y mujeres violentos, abusivos y egoístas. Eso no provoca asco, da miedo.

nestor.ojeda@milenio.com