miércoles, febrero 15, 2012

Papá no podía esperar


Una mujer adelanta dos semanas el parto para que su marido, enfermo terminal, pueda ver a su hija 5 días antes de morir


El tiempo juega en nuestra contra desde el mismo día en que nacemos. Para la gran mayoría, disfrutar al máximo de los años, meses y días que nos quedan por vivir no es una prioridad trascendental. Pero para otros, como Mark Aulger, la oportunidad de ganar un sólo minuto a la muerte es lo único que importa. Sobre todo cuando su mujer, Diane Aulger, estaba en la recta final de su embarazo. Aunque esta dulce espera fuera corta, para Mark, de 52 años, suponía casi una eternidad por culpa del cáncer de colon que lo estaba matando desde abril del año pasado. Contemplar a su hija recién nacida era su último deseo y su mujer no quiso negárselo. Diane adelantó 15 días su parto para que su marido, enfermo terminal, pudiera abrazar a su hija cinco días antes de morir.
Las malas noticias eran el pan de cada día para los Aulger, una familia de The Colony, un pueblo al norte de Dallas (Texas). El cáncer de colon de Mark fue, desde que se lo diagnosticaron, una auténtica pesadilla. Tras la operación y después de seis meses de quimioterapia, los análisis parecían optimistas y apuntaban que Mark podía haber burlado la enfermedad. Pero en noviembre, los problemas respiratorios se agravaron y la quimio desencadenó una fibrosis pulmonar. La esperanza de los Aulger, pese a todo, no se perdió... hasta principios de enero. La salud de Mark empeoraba muy rápido y los médicos le confirmaron que disponía de cinco o seis días más de vida.
Con cuatro hijos -de 7, 10, 13 y 15 años- y en un estado de embarazo muy avanzado, su mujer, Diane, tomó la decisión de adelantar 15 días el parto. «Mark me dijo que quería ver al bebé antes de morir», explicó Diane entre sollozos. Los médicos fueron los primeros en sugerir esta opción y eligieron el 18 de enero como el gran día. El personal del hospital se volcó con la familia y les concedió una habitación compartida para los dos pacientes.
Savannah nació un día de despedidas. Mark fue la primera persona que la cogió en brazos y no la soltó durante 45 minutos. «No podíamos parar de llorar, parecía muy triste», contó Diane muy emocionada. Los días siguientes, su marido pudo abrazar de nuevo a la pequeña, pero está vez las fuerzas le abandonaron y apenas pudo sujetarla un par de minutos. Mark entró en coma y, cinco días después del nacimiento de Savannah, murió rodeado de todos los suyos.
«Savannah es un rayo de luz dentro del dolor de esta pérdida», confesó Diane. El trago amargo por el que los Aulger están pasando es difícil de imaginar. Será complicado que sus hijos más pequeños recuerden la figura de su padre, pero Diane empapelará la casa con fotografías de Mark. De momento, todos siguen recordándolo y hablando de él a todas horas.
Mark disfrutó muy poco de su hija, pero al menos cumplió su deseo de verla antes de morir. «Él estaba tan emocionado... Habría sido un padre maravilloso para Savannah», se lamentó su mujer.