viernes, noviembre 27, 2009

La Iglesia Católica irlandesa ocultó abusos de niños durante 30 años


Los niños vivieron un infierno al amparo de la Iglesia Católica. Sacerdotes irlandeses abusaron durante décadas de sus pupilos mientras la cúpula eclesial ocultaba sistemáticamente los casos para evitar un escándalo y las autoridades estatales miraban para otro lado.




Estas son las conclusiones que se desprenden de un informe presentado ayer en Dublín que analiza los acosos perpetrados a lo largo de 30 años, entre 1975 y 2004, en la arquidiócesis de la capital irlandesa.

Los resultados coinciden con el dossier presentado el pasado mes de mayo según el cual entre la década de los 30 y la de los 90 miles de niños que vivían en internados y estudiaban en escuelas católicas de la isla recibieron palizas, fueron violados y humillados por sacerdotes, monjas y monjes.

Más niños que niñas. Más del doble de las quejas refieren a niños en lugar de a niñas, y el informe también señaló que era "risible" cuando un arzobispo defendía un caso diciendo que surgió simplemente del "asombro (de un sacerdote) ante la anatomía femenina".

El nuevo informe pone ante todo en entredicho a los altos mandos eclesiales y al Estado. Los terribles sucesos fueron ocultados ya que la cúpula de la Iglesia estaba más preocupada por mantener el buen nombre de la institución que por el bienestar de los niños, a los que debía educar y cuidar bajo su techo en el nombre de Jesucristo. En lugar de alertar a la policía de los casos de abuso, los dirigentes de la Iglesia trasladaban a los religiosos involucrados en los abusos a otras congregaciones. Según el informe, cuatro arzobispos mantuvieron en secreto las informaciones con las que contaban.

El estudio investigó una "muestra representativa" de acusaciones de 320 niños contra 46 curas, 11 de los cuales ya han sido juzgados. Hay listas con cientos de ataques de religiosos pedófilos contra niños indefensos. Un clérigo admitió que abusó de más de cien niños y otro confesó que cometió ataques sexuales cada 15 días durante más de 25 años.

Diarmuid Martin, arzobispo desde el final del período cubierto por el informe, dijo que, irónicamente, el haber intentado evitar un escándalo entonces, causó un horrible escándalo ahora.

"Esta es la diócesis en la que nací", declaró Martin. "¿Cómo me siento cuando tengo que develar aquí ante ustedes las repugnantes historias de ataques sexuales y violaciones de muchos niños y adolescentes por parte de sacerdotes de la arquidiócesis? Ninguna palabra de disculpa será suficiente nunca", agregó.

Deficiencia estatal. La comisión de investigación también puso de relevancia la deficiente actuación el Estado irlandés. Según las 700 páginas del informe, las autoridades promovieron la ocultación de lo ocurrido y permitieron que las instituciones eclesiales escaparan al peso de la ley. Así, en uno de los casos, la policía tardó 20 años en abrir una investigación.

El jefe de la policía irlandesa, Fachtna Murphy, pidió disculpas por el fracaso de los investigadores durante aquellos años. El máximo responsable de la Iglesia Católica en Irlanda ya se disculpó tras los datos conocidos en mayo por los abusos cometidos. "Lamento mucho y me avergüenzo profundamente de que los menores sufrieran algo tan aterrador en esas instituciones", dijo entonces el cardenal Sean Brady.

El ministro de Justicia irlandés, Dermot Ahern, prometió a las víctimas que los culpables que aún viven tendrán que comparecer ante los tribunales. "Como padre y como miembro de esta sociedad siento asco y enfado", dijo el ministro tras conocer el informe.

Por su parte una de las congregaciones católicas que dirige muchos de los internados en los que se cometieron abusos, prometió tras conocer el dossier de mayo indemnizaciones económicas por valor de 161 millones de euros.

Mientras tanto, los fieles católicos se mostraron consternados tras los datos publicados ayer. "El dinero no compensará a las víctimas", dijo uno de los feligreses, que se preguntaba: "¿Cómo se compensa a alguien que ha sido violado?".

Los reportes hechos públicos en mayo sobre golpizas, trabajo esclavo y violaciones en masa en la mayor parte del desaparecido sistema irlandés de escuelas profesionales y reformatorios en el siglo XX avergonzaron a Irlanda y deterioraron más la autoridad moral de la Iglesia. l (DPA y Reuters)



“Ninguna palabra de disculpa será suficiente nunca”, dijo el arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin.





Mea culpa y pagos millonarios


El fallecido Papa Juan Pablo II se hizo eco de las denuncias sobre abusos sexuales en seminarios, colegios y orfanatos católicos, que se habían formulado pocos meses antes en la diócesis de Boston (EEUU) y execró tales prácticas con una frase lapidaria: "No hay lugar en el sacerdocio y en la vida religiosa para quienes dañan a los jóvenes", cortando así una cadena de silencios y encubrimientos.




El Pontífice, en un mensaje que lanzó al mundo el 22 de abril de 2002, expresó que "al igual que vosotros, yo también he quedado profundamente apenado por el hecho de que sacerdotes y religiosos, cuya vocación es la de ayudar a la gente a vivir la santidad según Dios, han provocado ellos mismos estos sufrimientos y escándalos a jóvenes".

"A causa del grave daño provocado por algunos sacerdotes y religiosos, la Iglesia misma es vista con desconfianza, y muchos se han ofendido por la manera en que han percibido la acción los líderes de la Iglesia en esta materia", puntualizó Juan Pablo II.

"El tipo de abuso que ha causado esta crisis es en todos los sentidos equivocado y justamente considerado como un crimen por la sociedad; es también un espantoso pecado a los ojos de Dios. A las víctimas y a sus familias, dondequiera que estén, les expreso mi profundo sentimiento de solidaridad y preocupación", subrayó en su oportunidad Juan Pablo II.

En ese marco, aseguró enfáticamente que "la gente necesita saber que no hay lugar en el sacerdocio y en la vida religiosa para quienes dañan a los jóvenes".

En Estados Unidos, hace siete años se abrieron numerosos procesos en los que se ventilaron cientos de casos de abusos y las diócesis debieron pagar millones de dólares de compensaciones.

Siete diócesis estadounidenses se declararon en bancarrota y el titular de la diócesis de Boston, el cardenal Bernard Law, fue obligado a renunciar.


Fuente: http://www.lacapital.com.ar/ed_impresa/2009/11/edicion_402/contenidos/noticia_5041.html



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