Política cero 
Jairo Calixto Albarrán
¿Soy yo o ya el ofrecimiento de disculpas ya no es lo que era? En los  viejos tiempos, aquellos que cometían una barbaridad indigna y  aberrante, aunque fuera involuntaria producto de un designio de los  oráculos, simplemente se sacaban los ojos y se iban a Tebas a padecer  tragedias inconfesables. Hoy se convoca a una conferencia de prensa, se  pone cara de cadenero del Bar Bar y, con la virilidad de Tiger Woods, se  piden perdones e indultos. 
Claro, peor es ofrecer disculpas como Gomezpunk en Ciudad  Juárez y luego recular en medio de un espectáculo como el de Mascabrothers.  U ofrecer enmiendas profundas y salir con un puñado de programitas  desnutridos y burocratizados como los de Calderón en Chihuahua. 
En ese sentido, los que son un ejemplo en estas materias son los  Legionarios de Cristo. En el Encuentro Juventud y Familia del Regnum  Christi, el padre Evaristo Sada, secretario general, reconoció que  “hemos cometido errores” y “debemos identificar las causas, asumir las  consecuencias y corregir con determinación lo que haya que corregir para  que no vuelva a suceder”. Conmovedor que después de años de proteger al  padre Maciel de las maneras menos comedidas y cristianas, consintiendo  su dedicación al ejercicio de la estimulación temprana, los Legionarios  reconozcan compungidos sus defectos y externen su solidaridad con las  víctimas de don Marcial, a las que hundieron en el linchamiento, la  persecución y el descrédito por denunciarlo.
Quizá, para que sus disculpas no queden como las promesas de Jelipillo  en la guardería ABC, o las de auxilio en Chalco del Gelboy  Peñanieto, no estaría mal que los Legionarios de Cristo siguieran  el ejemplo de la Arquidiócesis de Boston. Allí vendieron hasta las  sotanas para pagar los 85 millones de dólares de indemnización a quienes  sus padrecitos les aplicaron la metodología Succar Kuri. Así se podría  valorar el verdadero nivel de su arrepentimiento. En estos días de  bullicio materialista, pesa más una jugosa transferencia bancaria que  las lágrimas de cocodrilo. 
A riesgo de que quieran seguir siendo objeto de abucheos y mentadas  como le ocurrió a la impopular góber priista de Yucatán, Ivonne Ortega,  en una pelea de box, los Legionarios tendrían que destinar buena parte  de las colegiaturas de sus caras escuelas para financiar la lucha contra  pedófilos y apoyar a las víctimas de su gurú. 
Digo, no los vaya acusar el ex presichente Fox de “echar la  güeva” como dijo que hacían los gobernadores, supongo en referencia a  los blanquiazules encabezados por Etilio González Márquez, que  fueron bateados en la Tremenda Corte por querer guanajuatizar  el DF.
Fuente: Proceso

 
 
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