10.04- Los cuatro primeros años no se movió de una tumba, el lugar en que vio por última vez a su amo. Cuenta la anécdota que el hombre era sepulturero y que “Rubia” se quedó aguardándolo. Hoy la alimenta Esterlina Tassi, la propietaria de una broncería, y es la mimada del Cementerio Municipal.
Algunas historias atrapan, y la de “Rubia” es una de ellas. Esta vieja perra color café pasó los últimos ocho inviernos en el Cementerio Municipal esperando a su dueño, según las versiones que circulan por el predio.
Aparentemente, su amo, que era sepulturero, cierto día no regresó más. Su mascota durmió cuatro años sobre una tumba y algunos especulan que sería la actual morada del hombre o la última tarea que cumplió en la necrópolis.
Hoy “Rubia” camina con dificultad por su edad avanzada y tiene una lesión en un ojo. Su compañía es valorada por los trabajadores del Cementerio y logró despertar un cariño especial en Esterlina Tassi, titular de la broncería del mismo nombre, que todos los días le lleva comida y le dispensa caricias sinceras.
Esterlina Tassi relató la historia de “Rubia”, dejando ver su inmenso amor por los perros y la satisfacción que encuentra en la compañía incondicional que ellos le devuelven a través de su “sexto sentido”. Hoy, esta mujer ayuda a una decena de canes abandonados que rondan la avenida Brasil.
-¿Cuánto hace que conoce a ´Rubia´?
-Ocho años. Ella, de toda la vida, quedó en una sepultura donde o está el dueño o hizo la última sepultura ahí. Quedó ahí y suerte que después ella vio que nadie le daba de comer y salió de la sepultura. Ahora le estoy dando de comer y los municipales también, y gracias al administrador (Omar) Chenlo que la deja que de viejita duerma en la galería. Ese es el pedido que quisiera hacer porque es muy viejita, pero cuando viene gente todavía ladra porque quiere el Cementerio.
-¿Cómo se enteró esta historia?
-De `Rubia´ nos enteramos al ver que siempre estaba arriba de la sepultura y todos venían a comer, pero ella no bajaba. Entonces ahí se sacó una foto esperando a su amo.
-Los trabajadores del Cementerio han transmitido este relato...
-Sí, sí. Ellos la veían que tomaba agua y se acostaba en la sepultura. El sentimiento que tiene ese animal nadie lo conoce mejor que los municipales y yo, porque viene alguien que es de otro lugar y ella ladra aunque no se puede mover. Todavía es centinela.
-Tiene un problema en la cadera...
-Sí, de viejita. Le doy pastillas que me las da el veterinario Salvador Alak, porque sabe que son para ella, y el carnicero Agostini también me da carne, ya que se la tengo que dar picada por su edad.
Muchos dirán tanta atención y hay tantos chicos pobres. No, porque a ella la abandonaron y sigue cuidando su sector del Cementerio.
-¿Qué pasó con el dueño?
-El señor trabajaba en el Cementerio y ella siempre estaba con él, por eso no sabemos si el verdadero dueño está ahí o fue la última sepultura que hizo y ella quedó esperando hasta el día de hoy.
-¿Saben de quién es la sepultura que custodiaba?
-No, porque miramos pero no le pusimos atención porque no sabíamos que se iba a quedar tanto tiempo arriba.
-¿Cuánto tiempo estuvo sobre la tumba?
-Iba a tomar agua y nadie le llevaba comida. Se quedó 3 ó 4 años, dormía ahí.
-Ahora anda por todo el Cementerio...
-Sí, porque vio que nadie le daba comida. Los municipales la quieren muchísimo. Los chicos a veces ponen 1 ó 2 pesos cada uno y le compran granitos. Hay otros perritos que se han agregado que son de Vialidad y entonces se juntan, pero la principal es ´Rubia´, es la líder. Incluso al compañero de ella, otro perro negro, lo sepultaron frente al Cementerio. El sufrió mucho y vivió mucho, pero no era el caso de ella. A veces las señoras a las que les gustan los perros le ponen flores. Así que ella va a ir al mismo lugar.
-Es notable que un animal reaccione así ante la pérdida de su amo...
-No, lo mismo pasa en el Hospital. Han ido muchos perros y las enfermeras o les dan de comer o los echan. Se van a donde está el enfermo. Un señor vagabundo tenía a su perro debajo de la cama en el Hospital.
El animal tiene un sexto sentido: las camionetas de campo con perros, las artistas con perros, los negocios, las estaciones de servicio, y en todos andan bien. El perro tiene un sexto sentido, antes de tiempo sabe cuando está enfermo su año y un 30 por ciento te saca de la enfermedad.
-Acá en su local también tiene perros, ¿fueron abandonados?
-No, todos tienen su dueño y ¡qué chalets y qué mansiones! Pero siempre vienen acá y algo les doy de comer. Ellos no piden nada, y los dueños los vienen a buscar.
-¿Cómo se portan cuando vas a darles de comer?
-Cuando llego al Cementerio, salen de todos lados, de Vialidad. El día que cambie la camioneta, no me van a dar más bolilla. El otro día fui en otra camioneta, les tocaba bocina y no salió ninguno. Pero sienten el ruido. Yo voy con poca luz porque ´Rubia´ tiene el ojo mal y ella siente la bocina y sale de donde sea. A veces en dos patas, porque no tiene fuerza si no ha comido.
-¿Cuántos años hace que trabaja ligada al Cementerio?
-En 1958 mi abuelo, Romualdo Tassi, trabajó en el Cementerio, después papá, Italo, y ahora, yo. Así que hace prácticamente 50 años que trabajo acá.
-¿Le gusta andar por el Cementerio?
-Me encanta porque sé que todos esos pasos los hizo papá y me acompaña ´Rubia´. Cuando los chicos le llevan comida, ella camina, pero después quiere ir al frente porque voy yo con la carne picada, y como no da más, la alzan y la traen. Por eso me gustaría que la dejen este invierno en la galería.*
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